Tras tres años de silencio discográfico, Rosalía vuelve a brillar. Este viernes 7 de noviembre ha visto la luz Lux, el esperado cuarto álbum de estudio de la artista catalana, un proyecto que ha mantenido en vilo a sus seguidores desde hace meses bajo el nombre en clave de R4. El lanzamiento culmina un proceso de creación que Rosalía comenzó a gestar poco después del éxito arrollador de Motomami (2022), el disco que redefinió las fronteras del pop latino y la convirtió en un icono global.
En Lux, Rosalía se atreve a mirar hacia adentro. El álbum, compuesto y producido a lo largo de tres años, se sumerge en un territorio inexplorado para ella: la espiritualidad, la búsqueda de sentido y el diálogo entre lo divino y lo humano. “Siempre he tenido el deseo de acercarme a Dios, pero hasta ahora no lo había racionalizado”, confiesa en una entrevista concedida a El País Semanal que se publicará íntegra el domingo 9 de noviembre.
De Motomami a Lux: la evolución de una artista total
Si Motomami fue una explosión de energía, sensualidad y fragmentación digital, Lux llega como su contrapunto luminoso: una catedral sonora de pop y ópera, como la definía el crítico Carlos Marcos en su reseña. El nuevo álbum parece querer construir donde antes había desconstruido. Donde Motomami gritaba velocidad, Lux susurra eternidad.
En las propias palabras de la artista, el proyecto nace de una fascinación por la “posreligión”, una forma contemporánea de entender la fe desligada de dogmas. “Me atrae la idea de la posreligión, una forma más abierta de entender la fe”, explica Rosalía. No se trata de un disco religioso, sino de una exploración estética y emocional del mito, la devoción y la trascendencia.
La portada del álbum —fotografiada por Kito Muñoz, con estilismos de Juan Cebrián— muestra a Rosalía vestida de monja, con un aire de misticismo barroco. Una imagen que ha generado titulares en todo el mundo, pero que ella misma define como “un gesto de respeto, no de provocación”.
Berghain: el fenómeno viral que lo cambió todo
El 27 de octubre, diez días antes del lanzamiento de Lux, Rosalía publicó Berghain, el primer y único adelanto del álbum. El título hace referencia al mítico club berlinés, símbolo de la cultura electrónica europea, pero también funciona como metáfora: una discoteca convertida en catedral.
La canción, un híbrido entre techno, canto gregoriano y flamenco minimalista, se convirtió en un fenómeno instantáneo. En menos de dos semanas superó los 18 millones de visualizaciones en YouTube y 26 millones de reproducciones en Spotify, generando una avalancha de análisis, interpretaciones y reacciones.
El lanzamiento de Berghain rompió incluso las normas de promoción habituales: no hubo teaser ni anuncio previo, solo un mensaje en redes —“Lux está cerca”— y un videoclip en blanco y negro rodado en un monasterio de Baviera.
La dimensión visual: fe, arte y contradicción
El universo de Lux no se limita al sonido. Rosalía ha concebido el proyecto como una obra total, donde música, imagen y concepto se funden en una narrativa coherente. Las fotografías de Kito Muñoz, presentadas en El País Semanal, refuerzan esta idea: una Rosalía serena, vestida de blanco, entre vitrales y altares, capturada como una figura entre lo humano y lo sagrado.
Cada detalle está pensado: desde los atuendos diseñados por Juan Cebrián, director de moda de la revista, hasta la luz tenue que evoca el resplandor de las iglesias románicas. En conjunto, el imaginario de Lux parece dialogar con los códigos del arte sacro europeo, reinterpretados desde una sensibilidad contemporánea y feminista.
Temas y sonidos: una misa pop para el siglo XXI
Musicalmente, Lux es un territorio fascinante. Doce canciones componen el álbum, que alterna momentos de grandeza orquestal con texturas electrónicas minimalistas. En su producción, Rosalía vuelve a colaborar con su núcleo creativo de confianza, aunque introduce nuevas influencias del avant-pop y la música coral.
Entre los temas más destacados se encuentran Ave Luv, Cristalina, Berghain y Eterno Retorno, una pieza de siete minutos que cierra el disco con un crescendo de cuerdas y percusión litúrgica. Las letras, introspectivas y simbólicas, abordan la culpa, el perdón, el amor y la búsqueda de luz interior.
No faltan los guiños al flamenco —palmas y quejíos reaparecen entre sintetizadores y órganos—, pero el discurso es más universal: Lux no pertenece a un género, sino a una experiencia.
Más allá de la música: Rosalía actriz, pensadora y símbolo
En paralelo al lanzamiento de Lux, Rosalía se prepara para otro reto artístico: su participación en la tercera temporada de la serie Euphoria, donde interpretará a un personaje vinculado al mundo de la música. En la entrevista con El País Semanal, la artista también aborda el conflicto en Palestina y reflexiona sobre el papel de los artistas en tiempos de crisis.
Sus palabras revelan una madurez nueva: la de una creadora que entiende su obra como vehículo de reflexión social. “Cantar sobre la luz no significa ignorar la oscuridad”, afirma.
El fenómeno Lux: seis razones para el récord
- Anticipación global: tres años de silencio y rumores han generado una expectación sin precedentes.
- Innovación sonora: fusión de ópera, pop y electrónica como nunca antes en su carrera.
- Concepto visual potente: la estética religiosa reinterpretada desde la libertad artística.
- Mensaje universal: fe, amor y búsqueda espiritual en tiempos de crisis global.
- Impacto mediático: portada viral, debates culturales y respuestas institucionales —incluida la sorprendente opinión del obispo de Ciudad Real, que habló de “un rebrote católico” en el arte pop.
- Alcance internacional: Rosalía consolida su presencia en mercados como Estados Unidos, Japón y América Latina, donde Berghain ya lidera listas de streaming.
Una luz que trasciende fronteras
Con Lux, Rosalía vuelve a demostrar que no hay límites para una artista que desafía constantemente las categorías. Lo que comenzó como un proyecto enigmático se ha convertido en una reflexión profunda sobre la espiritualidad, el arte y la identidad.
Mientras algunos verán en el disco una provocación y otros una revelación, lo cierto es que Lux confirma algo que ya sabíamos: Rosalía no sigue las tendencias, las crea.
A la espera de su gira mundial, que se anunciará en las próximas semanas, la artista catalana vuelve a situarse en el centro del debate cultural. En un mundo que a menudo oscila entre la saturación y la superficialidad, Lux aparece como un acto de fe —no religiosa, sino artística— en el poder de la música para iluminar.