
Madrid vivió una noche mágica con Amaia como protagonista en el Movistar Arena, donde la artista presentó su tercer álbum, Si abro los ojos no es real. Con una puesta en escena meticulosa y un público entregado, la cantante pamplonica consolidó su evolución artística en el que ha sido su concierto más ambicioso hasta la fecha.
Desde el inicio, Amaia demostró que esta era su noche. Emergió desde uno de los cubos escenográficos para interpretar Visión, dando paso a Tocotó, donde dejó ver su creciente seguridad en el baile. La producción del espectáculo jugó entre lo onírico y lo real, con una estética minimalista intercalada con momentos de gran impacto visual.
El repertorio de la noche recorrió las canciones de su nuevo álbum, con temas como Nanai, C’est la vie y M.A.P.S., que fueron recibidos con entusiasmo por un público que las coreó como si llevaran años en las top list. El arpa cobró protagonismo en Ya está, mientras que Auxiliar y Fantasma añadieron una dimensión íntima y emocional a la velada.
En un giro inesperado, la muerte tuvo un papel central en el concierto. Amaia recordó a su abuela con Despedida y reflexionó sobre la muerte como un evento que también puede ser celebrado. En un momento simbólico, la artista realizó un taconeo sobre una plataforma especial, honrando sus raíces y mostrando que en el norte también saben rendir homenaje a los que se han ido.
En una industria musical dominada por tendencias fugaces, Amaia ha conseguido labrarse un camino propio, sin ceder a las presiones del mercado. Con una identidad artística que bebe de influencias tan dispares como Marisol, Los Planetas y C. Tangana, la cantante se ha convertido en un referente único.
Vestida de rosa y con un maquillaje entre verde y rosa, Amaia lució como una princesa de cuento, pero una que solo sigue sus propias reglas. Su talento y autenticidad han demostrado que el verdadero éxito no está en adaptarse a las reglas de la industria, sino en romperlas y reescribirlas.
Una travesía por su evolución musical
Aunque el concierto giró en torno a su último trabajo, Amaia no dejó atrás los temas que han marcado su trayectoria. El relámpago brilló con su espectacular efecto escenográfico, mientras que Quiero que vengas y Quedará en nuestra mente se convirtieron en un karaoke colectivo. Yamaguchi y Bienvenidos al show consolidaron su conexión única con el público.
El momento de mayor euforia llegó con la aparición sorpresa de Aitana para interpretar juntas La canción que no quiero cantarte. El Movistar Arena estalló en gritos de emoción y las artistas intercambiaron sonrisas, bromas y complicidad en un instante inolvidable.
Cinco momentos que hicieron vibrar el Movistar Arena
- Un hechizo de cuerdas y notas: En Ya está, Amaia dejó sin aliento al público con una interpretación etérea en la que el arpa se convirtió en protagonista, creando un ambiente de ensueño.
- Zapateado con el alma: Durante Despedida, la cantante sorprendió con un elegante taconeo que dotó a la interpretación de una emotividad especial, desatando una ovación cerrada.
- La visita sorpresa que desató la locura: El Movistar Arena vibró con la entrada inesperada de Aitana para interpretar su colaboración La canción que no quiero cantarte. Como cierre, ambas fundieron su tema con Ave María de David Bisbal, en un mashup improvisado que ya es historia.
- Cuando Me pongo colorada se tornó un susurro: Amaia convirtió este clásico de Papá Levante en un momento íntimo y sobrecogedor, acompañada únicamente de su piano.
- Un coro celestial para cerrar la noche: Junto al Coro del Taller de Músics, la cantante ofreció una interpretación sobrecogedora de Tengo un pensamiento, llenando el recinto de emoción y recogimiento.